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domingo, 24 de marzo de 2013

ESTADO MAYOR DEL EDSNN 1933


EL GENERAL AUGUSTO C. SANDINO PRESENTA A LOS MIEMBROS DEL ESTADO MAYOR DEL EDSNN Y A OTRAS PERSONALIDADES DE LA ÉPOCA[1]


General Augusto C. Sandino (1895 – 1934)

Presentación

El 1° de enero de 2013 se cumplen ochenta años de la victoria militar inobjetable conquistada ---con las armas en la mano---- por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, EDSNN, sobre el Cuerpo de Marines del ejército de Estados Unidos de América, USMC (por sus siglas en inglés)


“Aunque el general fue calificado como un «bandido» por sus mismos compatriotas, su habilidad de soldado fue grandemente admirada por los marines americanos que guerreamos contra él. La República de Nicaragua ha perdido un potente líder, un soldado y un patriota. Que su nombre viva por siempre en el corazón de sus conciudadanos”.

Richard Maurice Hutchoson
Miembro del United States Marine Corps
Carta de condolencia dirigida a Don Gregorio Sandino[2]

LOS BRAVOS HOMBRES DE SANDINO[3]

            El Estado Mayor estaba compuesto por los siguientes generales:


GRADO MILITAR, NOMBRE Y APELLIDOS

PROCEDENCIA Y OTROS DATOS DE RELEVANCIA

1.

General Pedro Altamirano

Jinotega. Jefe de la columna N°. 1.

2.

General Juan Santos Morales

Somoto Grande. Estudio 5 años en la Academia Militar del presidente Zelaya.

3.

General Carlos Salgado

Somoto. Jefe de la columna N°. 2.

4.

General Pedro Antonio Irías

Murra. Jefe de la columna N°. 3.

5.

General Juan Gregorio Colindres

Murra. Jefe de la columna N°. 4.

6.

General José León Díaz

El Salvador. Jefe de la columna N°. 5.

7.

General Ismael Peralta

Jefe de la columna N°. 7.

8.

General Adán Gómez

León. Batallas de Laguna de Perlas, El Rama y Zaraguasca.

9.

General Juan Pablo Umanzor

Las Manos, Honduras. Jefe de la columna N°. 8.

10.

General Simón González

Honduras. Se especializó en misiones de exploración. “La Careadora”.

11.

General Francisco de los Santos Estrada Pérez

Nagarote. Fue Director de Policía de Jinotega.[4]

12.

Coronel Sócrates Ismael Sandino Tíffer

Niquinohomo. Instrucción secundaria.

13.

Coronel Agustín Sánchez Salinas

León. Hablaba 4 idiomas.

14.

Coronel Abraham Rivera

Jinotega. Controlaba el manejo de la flota de pipantes del río Coco.

15.

Coronel Coronado Maradiaga

Yucarán, Honduras. “El mejor chan o baqueano de todas las montañas”.



1. GENERAL PEDRO ALTAMIRANO a quien los enemigos llaman Pedrón. Nación en una familia de campesinos en la ciudad de Jinotega el año 1870.


General Pedro Altamirano

Ha sido el más fiel y al mismo tiempo en el que más confianza he depositado. Me acompaña desde el principio de la lucha. Por su perseverancia, su efectividad y su valor como guerrillero, ascendió desde soldado hasta general y jefe del estado mayor. Él quedó al frente del ejército cuando fui a México.

Cuando principió la lucha no sabía leer ni escribir y por eso casi siempre le puse como secretario al general Juan Santos Morales. Durante los azares de la lucha y a pesar de su edad, solamente porque yo se lo ordené, Altamirano aprendió a leer y escribir cancaneando y cacarañando, pero ha progresado mucho y ahora, asómbrese, también sabe escribir a máquina, pero con un solo dedo. Sus principales campañas fueron: la Chuscada, el Garrobo, Bocaycito, el Remango y la Camaleona. Puso numerosas emboscadas y dio varias batallas de importancia, siendo la más famosa de todas la del Embocadero, en el cerro Cimarrón.

El general Altamirano era el jefe de la columna N°. 1 compuesta de doscientos soldados de línea, más ayudantes, palmazones y civiles. Controlaban parte de los departamentos de Chontales, Matagalpa y Bluefields.

A lo antes relatado por el general Sandino, por mi propia parte [José Román en Maldito país] agrego lo siguiente:

Altamirano era un indiazo voluminoso, ventrudo, de movimientos lentos, de voz ronca y de muy pocas palabras. Parece un oso gris. Pero es increíblemente suave y atento cuando se le conoce bien y le toma confianza a uno.

Su cabello es algo canoso y lo lleva siempre alborotado. Tiene las cejas tupidas, los bigotes largos y caídos y los dientes manchados de nicotina. Tiene la boca grande, en la que siempre lleva un tabaco de Copán o un chilcagre, casi siempre al lado izquierdo y escupe con frecuencia por el lado derecho. Tiene ojos tan pequeños y cerrados, que es difícil penetrarlos.

Siempre lleva una toalla enrollada en el cuello y nunca deja su pistola 44, su chuspa [saco pequeño con cierre, de lana, género o cuero, usado para guardar y transportar pequeños objetos y efectos personales] y su machete. Tiene fama de ser sumamente cruel y se dice que cortó más de sesenta cabezas. Yo lo traté por algún tiempo, en cuenta durmiendo en el mismo cuarto o champa varias veces, comiendo juntos y juntos viajando en mula y en pipante. Confieso haberle llegado a tener algún temor al principio, pues ha llegado a ser tal la fama que le han dado, que para intimidar a los niños se les dice ¡Ahí viene Pedrón! Como sinónimo del diablo y la propaganda enemiga que ha publicado cantidad de fotografías de individuos supuestamente decapitados por él.

Sin embargo, al tratarlo de cerca me pareció un hombre que trata de ser bueno y sustituir su apodo de Pedrón, que data desde sus días de contrabandista, por el muy respetable de ahora, general Pedro Altamirano. A pesar de su edad y corpulencia es un hombre muy ágil y enérgico. Es suspicaz e inteligente y sobre todo, sincero en su fanatismo por el general Sandino.

2. GENERAL CARLOS SALGADO. Es de la ciudad de Somoto. Empezó con cinco rifles y llegó a formar un buen ejército, pues capturó mucho elemento de guerra. Fue uno de los hombres más activos que tuve. Su columna era de 150 soldados de línea, ayudantes y demás. Ya le ha visto, es viejo, pero más fuerte que un buey. Tiene el tipo igualito de piel roja de los níqueles norteamericanos, pero con ojos azules.

Sostuvo muchos combates entre los cuales los más importantes fueron los de Puertas y el Níspero, el 29 de febrero de 1932, en los que aunque no causó muchas bajas, capturó gran cantidad de armas y pertrechos a la Academia Militar de la Guardia Nacional, al mando del capitán E. J. Trumble, de la Academia de Annapolis y jefe de la Academia de la Guardia. Trumble, con algunos de los de su Academia fueron a salir por Chinandega, por un lugar llamado la Trinidad.

El general Salgado era jefe de la columna N°. 2 y operó por el lado de León y también en la costa atlántica. Recibió una oferta muy halagadora del general Logan Feland, por entregarme, pero Salgado me la pasó… Es el mayor de todos los oficiales del ejército.

3. GENERAL PEDRO ANTONIO IRÍAS. Nació en 1887, en el pueblo de Murra. Ingresó al ejército desde el principio de la lucha. Es mestizo, de estatura pequeña, moreno. Muy sereno, pero activo. Muy inteligente. Tenedor de libros graduado y mecanografista, por eso casi siempre ha sido el encargado de mi oficina y de la contabilidad. Es un hombre notable para la ejecución de órdenes y planes. Además, es muy prudente y de muy buenos modales, en fin ya usted lo ha tratado.

Sus encuentros de más importancia fueron los del Calabozo, las Cuchillas, Pis-Pis y otros. En el Embocadero actuó como segundo del general Altamirano. Operó entre los departamentos de Matagalpa, Jinotega y Bluefields como jefe de la columna N°. 3 de cien soldados de línea.


General Pedro Antonio Irías

4. GENERAL JUAN SANTOS MORALES. Nació en Somoto Grande, el año 1889. Estudió milicia durante cinco años en la Academia Militar de Nicaragua, en tiempos del presidente José Santos Zelaya. En 1929 ingresó a mi ejército donde prestó importantes servicios, habiendo sido ascendido rápidamente. Algunas veces, sirvió como segundo del general Altamirano.
5. GENERAL JUAN GREGORIO COLINDRES. Nació en el pueblo de Murra el año 1890 y es hijo del segundo matrimonio de la madre del antes mencionado general Irías. Como usted ha podido ver, es de estatura atlética, mediana estatura, color blanco, barba rasurada, modales suaves y muy buen amigo. Trabajaba en las minas de San Albino cuando se vino conmigo. Fue de los que me acompañaron a Puerto Cabezas en mi primer gira en busca de armas ¿recuerda?
Varias veces se retiró del ejército por causas privadas, pero siempre regresaba. Ha sido muy activo y sus combates más importantes son: el Chorro, la Danta, el Manteado, Chichigalpa y las Cruces, como segundo del general Estrada.
Su columna operaba entre Chinandega, León y Estelí y era la N°. 4 de 150 soldados de línea. Colindres es el que quiso proclamarse presidente provisional, entotorotado por aquel Paredes, como le referí anteriormente.
6. GENERAL JOSÉ LEÓN DÍAZ. Nació en la república de El Salvador e ingresó en nuestras filas en 1927. De grandes bigotes, contextura atlética, color moreno y de gran valor temerario. Generalmente se ocupaba de las exploraciones de campo. Sus combates principales fueron Macuelizo y Somoto y operaba entre Chinandega y las Segovias con la columna N°. 5 de unos cincuenta soldados de primera línea.
7. GENERAL ISMAEL PERALTA. Operaba con la columna N°. 7 al lado de Estelí, pero muchas veces actuaba de segundo o ayudante mío.
Debo advertir que estos jefes no estuvieron todo el tiempo en tales columnas y que los soldados que pertenecían a tal columna no estuvieron en ellas para siempre, por el contrario, se hacían frecuentes cambios y modificaciones dependiendo de las localidades, clases y operaciones.



General Ismael Peralta
8. GENERAL ADÁN GÓMEZ. Nació en la ciudad de León. Tiene muchos años de vivir en la costa atlántica donde tiene una propiedad de ganadería, ahora arrasada. Quizá es el hombre más fuerte y alto del ejército. De bigotes, tez morena, ojos profundamente negros y divagados, con una mirada como si estuviera siempre viendo cosas lejanas. Habla poco, ronco y fuerte. No es farsante ni jactancioso. Pero, óigame Román, en su vida ha visto usted un hombre de tal temeridad. A ese hombre, aun el miedo le tiene miedo.
La famosa batalla de Laguna de Perlas de la revolución del 26, que se le atribuye al general Moncada, fue el ganada por el arrojo temerario de Gómez y sus hombres, como lo ha atestiguado el general Rivers Delgadillo, quien fue el jefe derrotado. Averígüelo usted y verifique mis palabras.
Asimismo, se le atribuye al general Beltrán Sandoval el levantamiento de El Rama del 4 de mayo de 1926, sin embargo se debió al general Gómez. Pero aquí está la tragedia: Adán Gómez no sabe leer ni escribir y por eso le han robado sus glorias Moncada y Sandoval y él ha pasado anónimo.
Sus combates y emboscadas son muchos y él fue quien peleó con 50 hombres en la batalla de Zaraguasca, después del armisticio del presidente Sacasa, que habiéndole notificado, se reconcentraba al desarme y en el camino se encontró con la Guardia Nacional, quienes alegaron que no les había sido comunicado el armisticio, atacaron a Gómez con fuerzas muchas veces superiores. El combate duró varias horas. Hubo bajas en ambos lados, que se retiraron dejando el triunfo indeciso. Esta fue la última batalla de la guerra.
9. GENERAL JUAN PABLO UMANZOR. Nació en el pueblo Las Manos, en la frontera entre Honduras y Nicaragua, mitad y mitad en cada república. Umanzor nació el año 1903 en la parte hondureña.

Es flaco, alto, bastante prieto por lo chorotega, con la diestra casi paralizada y la pierna derecha imperfecta, ambas consecuencias de heridas de bala que recibió en diferentes ocasiones durante la guerra. No sabe leer ni escribir, sólo se le ha podido enseñar a firmar. Habla muy poco y es de temperamento delicado. Cuando conversa jamás da la vista, por lo que es muy difícil estudiarlo. Además, es poco abordable y jamás dice nada sin que yo se lo autorice.


Encuentro de los generales Juan Pablo Umanzor y Juan Santos Morales

Nuestro ejército se ha distinguido por su disciplina y buena organización, como hasta los enemigos lo reconocen. Umanzor ha sido uno de los hombres más disciplinados y obedientes que he tenido y como carece del instinto de conservación, posee un valor temerario y salvaje. Por ejemplo: una vez le ordené que procurara hostigar la línea férrea por el lado de Chichigalpa, a los quince días recibí contestación. “Conforme a sus instrucciones, tomé la plaza de Chichigalpa, y tengo sitiada la línea férrea desde Chinandega hasta la Paz Centro. Por otra parte, el ejército está muy bien equipado”.

Umanzor me ha acompañado desde el principio de la revolución y por mucho tiempo ha sido jefe de la columna N°. 8 compuesta de 500 soldados de línea y que operaba en los departamentos de León y Chinandega. Umanzor sostuvo muchos combates, algunos adversos, pero la mayoría favorables, entre ellos: la Pelona, el Rapador y Chichigalpa.

10. GENERAL SIMÓN GONZÁLEZ. Nación en Honduras el año de 1897. Es indio puro. Bajo, grueso, de contextura férrea y de sangre belicosa. Resuelto siempre a matar o a que lo maten. Cuando está tomado, hace alardes de su hombría y se vuelve peligroso, por lo que tiene absolutamente prohibido bebidas alcohólicas y me obedece fielmente.


General Simón González

Lo aprecio mucho porque en todos los combates en que participó, sólo o conmigo, siempre pidió la avanzadilla para ir de carnada. Mire usted, cuando se le ordenaba una exploración del terreno o una emboscada, indefectiblemente regresaba con muchos muertos y heridos, pero con grandes cantidades de elementos capturados. Por eso lo llamaban la careadora.

11. GENERAL FRANCISCO ESTRADA. Lo he dejado por último, precisamente porque es el más importante de todos los generales que formaron mi plana mayor. Estrada nació en Managua, el primero de noviembre de 1902. Pertenece a una familia pobre, pero muy antigua, honorable y de las fundadoras de Managua. Como usted ha visto, es moreno, del tipo mestizo, muy alto, cenceño,[5] muy fuerte y resistente. Tiene el cabello crespo, de ojos negros, de mirada franca y directa. Es sólo medianamente instruido, pero tiene mucho sentido común, excelentes modales y grandes aspiraciones. Se casó hace mucho tiempo en Managua y tiene una niñita de once años. Su esposa es cajera de una de las casas comerciales más grandes de Managua.


Generales Francisco Estrada, Carlos Salgado y José León Díaz
Se enganchó en el ejército en San Rafael, en 1926, a donde llegó a presentárseme. Por algún tiempo me sirvió como primer ayudante, pero ascendió rápidamente hasta el grado de general. Durante toda la guerra comandó varias columnas en diferentes sectores, pero nunca se separó enteramente de mi lado. Le tengo especial aprecio, porque además de ser muy valeroso, inteligente y de mucho tacto, se comporta siempre muy gentilmente. En Managua y en Jinotega, hasta los más acérrimos enemigos nuestros reconocen lo anterior. Antes de juntarse conmigo, fue director de policía de Jinotega.

General Francisco de los Santos Estrada Pérez

El general Estrada dirigió famosos combates como las Cruces, Telpaneca, las Trincheras, el Salto, la Concordia y otros.
En la segunda etapa de la guerra, en la célebre batalla de Zaraguasca, que anteriormente le mencioné, donde caí herido por una bomba de avión, en sus brazos me llevó Estrada kilómetros y kilómetros, cuesta arriba y cuesta abajo sin fatigarse. Es un hombrazo y jamás alardea. Durante todo el tiempo de la guerra no vio a su esposa ni a su hijita y solamente se comunicó con ellas por fuentes secretas de nuestro servicio de inteligencia. Se enviaban recados y sabía que estaban orgullosas de su patriotismo y que lo esperaban fielmente.

Coronel Sócrates Ismael Sandino Tíffer


Coronel Abraham Rivera junto a su esposa



Coronel Coronado Maradiaga


Coronel Rufo Marín



General Miguel Ángel Ortez y Guillén, 1928.
 Cae en combate a los 23 años de edad en Palacagüina










General de división, e internacionalista guatemalteco, Manuel María Jirón Ruano, junto a tropa sandinista en 1928.[6]








General Pedro Blandón

ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL EJÉRCITO DEFENSOR DE LA SOBERANÍA NACIONAL DE NICARAGUA[7]

El EDSN estaba organizado en sus inicios en siete columnas expedicionarias, las cuales estaban comandadas por Jefes Expedicionarios nombrados por Sandino. Estas columnas móviles o volantes contaban además de su número regular de tropa, con cuadros paramilitares, se trataba de voluntarios civiles que servían como correos, y en el servicio de espionaje; existía también una red de agentes urbanos que informaba de los movimientos de salida de tropas estadounidenses hacia la montaña, o de la llegada de aviones.


Miembros del Estado Mayor del EDSNN en el campamento “Luz y Sombra” de El Chipote. 1. General Augusto. C. Sandino, 2. General Simón González, 3. General Ismael Peralta, 4. General Pedro Antonio Aráuz Pineda, 5. General José León Díaz, 6. Capitán Gregorio Urbano Gilbert.[8]

Entre los años 1983 - 1989, el Ejército Popular Sandinista organizó los llamados Batallones de Lucha Irregular (BLI) inspirados en las Columnas Expedicionarias del EDSN para enfrentar a las fuerzas de tarea de La Contra durante la guerra de agresión orquestada por el gobierno de los Estados Unidos de América.
Coro de los Ángeles
El Coro de los Ángeles era un grupo de niños huérfanos de guerra que permanecían en los cuarteles de las montañas del norte. En las emboscadas y asaltos su papel consistía en dar gritos, vivas y hacer toda clase de ruidos -un coro infantil cuyas voces se alzaban ensordecedoramente en el monte- con latas y triquitraques, dando unas veces la impresión de que el número de soldados sandinistas era mayor, y otras, que llegaban refuerzos. Estos niños, cuando crecían, llegaban a ser soldados regulares y debían conquistar su propio rifle, como fue el caso del coronel Santos López.

De izquierda a derecha, Tranquilino Jarquín, Luciano y Pedro Aráuz y Juan Ferreti con la bandera del EDSNN[9]
Pedro Cabrera “Cabrerita”, el Clarín de Guerra del EDSNN.




Legión Latinoamericana
La Legión Latinoamericana, también conocida como la Brigada Internacional, estuvo compuesta por intelectuales, líderes obreros y campesinos, y hasta estudiantes, que llegaban de distintos países de América Latina hasta las montañas de Las Segovias, algunos pelearon como soldados de línea, otros sirvieron en el Estado Mayor, como secretarios de Sandino, otros actuaron como voceros de la gesta sandinista ante la prensa mundial.
Entre estos se mencionan los siguientes:
·         Marcial Salas Blanco, costarricense, formó parte de los primeros 29 hombres que se alzaron junto a Sandino en el mineral de San Albino, nacido en San Ramón, provincia de Alajuela, alcanzó el grado de Mayor y cayó en el combate de "Las Conchitas".
·         Carlos Aponte Hernández, venezolano, ascendió a coronel del Ejército Libertador Sandinista. Se refirió a esta etapa así: "Estaba luchando con las armas en la mano no solo por el pueblo de Nicaragua, sino por Venezuela y por todo el continente.",
·         Agustín Farabundo Martí, salvadoreño, enviado en 1928 como representante de la Liga Antiimperialista de las Américas. También actuó como secretario de Sandino.
·         Froylán Turcios, hondureño, escritor y periodista imbuido en las luchas americanistas denunció la política del Gran Garrote (Big Stick) implementada por los Estados Unidos en las regiones centroamericana y caribeña.
·         José De Paredes, mexicano, sirvió como secretario de Sandino y de enlace con el Presidente de México, Emilio Portes Gil. También le acompaño en su viaje y estadía en México en 1929.
·         Andrés García Salgado, mexicano, también luchó en las Brigadas Internacionales siendo comisario político de la Brigada 14. Escribió «Yo estuve con Sandino». 1979. Bloque Obrero "General Heriberto Jara".
·         Esteban Pavletich Trujillo, peruano, se incorporó al Ejército Liberador de Nicaragua entre 1928-1930 actuando como secretario del General Augusto C. Sandino.
·         Rubén Ardila Gómez, colombiano, actuó como asistente de Sandino y combatiente internacionalista entre 1928 - 1929.
·         Alfonso Alexander Moncayo (1906-1985), colombiano, llamado "El Capitán Colombia", originario de Pasto, Departamento de Nariño. Actuó como periodista y combatiente internacionalista entre 1930 - 1932.
·         Gregorio Urbano Gilbert, dominicano, peleó en las filas del ejército de Sandino dejando constancia de ello en su libro Junto a Sandino.



El general Augusto C. Sandino (al centro) junto a miembros de la Legión Latinoamericana y del EDSNN en Mérida, Yucatán, julio de 1929. De izquierda a derecha capitán Rubén Ardilla Gómez (colombiano), de pie Tranquilino Jarquín, sentado, el coronel Sócrates Sandino, detrás a su izquierda, el capitán Gregorio Urbano Gilbert (dominicano), de pie a la derecha José de Paredes (mexicano) y miembro no identificado sentado a la izquierda del General Sandino.[10]


















RETRATO LITERARIO DEL GENERAL AUGUSTO C. SANDINO

José Román Orozco[11]
“Este es el retrato que el General prefirió que no le leyera. Está basado no sólo en mis observaciones personales y largas pláticas con él, sino además en relatos y conversaciones con sus hombres más allegados. En la intimidad el General Sandino, todo puede parecer, menos un General tropical y mucho menos el General Sandino. A la sazón tiene treintiocho años de edad, cumplirá treintinueve el próximo 18 de mayo de 1933, porque según él mismo, nació en 1894 aunque fue inscrito en el Registro Civil hasta el año siguiente, de allí la confusión acerca de su edad. Es bajo, ciento sesentitrés centímetros de estatura y 55 kgs. de peso (121 lbs.); de apariencia débil y sin ningún rasgo especial. Su cabello es negro, liso y tupido, con una que otra pincelada de canas. Lo lleva siempre bien peinado y partido al lado izquierdo, bigote y barba rasurados. Se afeita o le afeitan diariamente Tranquilino o Cabrerita, quienes además se encargan de su corte de pelo. Tiene ojos negros, pequeños, penetrantes y de cambios rápidos.
Héroe Nacional de Nicaragua, General Augusto C. Sandino

Detrás de ellos, por sus palabras y por sus gestos, ambos de la más pura sinceridad, se adivina su alma sentimental y compleja. Un alma difícil de atisbar y llena de extrañas inquietudes. Tiene nariz mediana, boca grande, con varias calzaduras de oro en sus dientes, pero muy pequeñas. Su sonrisa es muy frecuente, neutra o más bien triste y a pesar de su constante buen humor, nunca se ríe fuerte y mucho menos a carcajadas. Su rostro no es ovalado ni redondo. De cutis blanco pálido, con algunas comeduras de varicela y de pómulos prominentes. Tiene manos regordetas, pequeñas, con los dedos como cortados de un tajo a la mitad de las uñas, las que siempre lleva limpias. Los pulgares son rectos y le caen verticalmente sobre la mano, es decir, formando con ellas ángulos de noventa grados. Su cinturón es tamaño treintidos y sus pies muy pequeños. Sandino, pues, no tiene ningún rasgo físico especial, por el contrario, es un individuo de aspecto común y de apariencia débil, no obstante de poseer una resistencia física superior y de ser muy fuerte. Es un buen nadador, jinete incansable y de los mejores en todo su ejército para andar a pie y resistir las cuestas, hondonadas, llanos cenagosos y todas las interperies de la selva bruta. Muy rara vez se enferma y no usa ninguna medicina porque dice que emplea para curarse la autosugestión y disciplinas yogas. Las únicas excepciones son “La Tigra” para el paludismo y algunas tinturas y bálsamos para las heridas. Solamente hace dos tiempos de comida al día y desde su temprana juventud no toma en lo absoluto bebidas alcohólicas y no le divierte ningún juego de azar. A pesar de haber en el ejército hombres hercúleos nacidos y criados en la montaña, a ninguno de va en zaga en resistencia física. Sandino, aunque es un hombre de talento genial, no ha recibido cultivo académico fuera de Teneduría de Libros y dos años de secundaria, pero por su cuenta ha leído mucho con lo que se ha formado en un interlocutor sólido. Tiene gran poder de intuición, según lo atestiguan sus propios hombres. Sin embargo, en mi parecer, exagera en cuanto al valor de sus creencias teosóficas, espiritistas, rosacrúceas, astrológicas y demás complicaciones esotéricas, pero también estoy convencido de que nada de eso le resta un ápice a su cruzada ingente. Por el contrario, quizá sin ellas no hubiera sido posible. Es un meticuloso organizador de todas sus cosas y operaciones. De una tenacidad que raya en la locura. Malicioso y psicólogo intuitivo para conocer a la gente. Tiene fluido personal, convence y subyuga, y sobre todo tiene el don de ser simpático y de agradar. Cuando conversa, cuando dicta y cuando piensa, algunas veces se pasea de un lado a otro con las manos enlazadas por la espalda y la cabeza gacha, en concentración. Otras, se sienta en una mesa, se apea, da vueltas, se detiene, gesticula, hace muchos ademanes y se posesiona del momento y de la acción. Le brillan los ojos y se le aviva el rostro y parece vivir lo que está relatando o comentando, pero si le es posible prefiere recostarse en una hamaca, porque según dice, allí piensa mejor y más serenamente. Su memoria es extraordinaria para las fechas, los números y las fisonomías. Conoce por nombres y apellidos y otros detalles a todos sus soldados y centenares de otras personas. Tiene intuiciones repentinas y toma decisiones vertiginosas, aún en situaciones cruciales. Es muy romántico, sentimental y más quijote que Don Quijote. Más tarda en concebir un plan, que en ejecutarlo. Ver los molinos e irles, lanza en ristre, salir mal herido y volver a la carga y volver a volver, es muy suyo. En tiempos normales se retira a su cuarto a muy temprana hora y no es madrugador. Duerme bien y bastante, pero en los tiempos de guerra no tenía horas fijas ni para dormir, ni para comer y hacía ambas cosas cuando se le antojaba, hasta el punto que yendo a veces en lugares muy peligrosos, detenía la tropa, hacía en el suelo un lecho de hojas y sobre el capote se acostaba a dormir un par de horas. Diariamente medita varias veces y se retira solo a la orilla de los campamentos, prefiriendo la hora del crepúsculo vespertino, si le es posible. Es muy aseado, se baña y cambia de ropa diariamente, desde luego exceptuando en tiempo de guerra. Después de rasurarse se pone toques muy discretos de agua de colonia y también un poco en el pañuelo que le gusta oler de vez en cuando. Usa sobrero gris Stetson, estilo tejano. Vestido de montar hecho de gabardina verde gris y botas altas de piel café de abrochar por delante y su pañuelo rojo de seda con ribetes negros y anudado al cuello, la bandera sandinista. Nada de charrateras, ni cordones dorados, ni quepis, ni escudo, ni condecoraciones, ni pendejeras apavorrealadas dice él. Cuando hace alto en un campamento, se viste de civil, pero siempre con pantalones de gabardina kaki y guayaberas de lino blanco. Además de su cinturón, usa otro especial donde van cuatro “peines” de tiros y su pistola Colt 45 automática, con la que tira muy bien. Cuando ve sangre se le espeluza el cuerpo y tiene obsesión por defender al débil y a toda causa perdida. Me cuentan que algunos de sus oficiales preferían no llevarle ningún prisionero, porque con seguridad le salvaría la vida. El dinero en sí mismo no le interesa, ni tampoco le importan ni la gloria ni los honores y mucho menos el ser objeto de la atención pública, porque de cerca le afligen las multitudes. Pero noto al mismo tiempo, que en privado goza de su enorme y constante publicidad en periódicos, revistas y libros publicados en tantos países. Le gusta la vida sencilla y sin complicaciones. En privado y con los suyos derrocha el buen humor y es conversador infatigable. Pero cuando va a hablarle a su ejército en forma oficial para notificaciones, órdenes o comunicaciones, lo mismo que para hablar en público, toma pose de inspirado y cruza la diestra sobre el pecho tocándose con la punta de los dedos el hombro izquierdo y casi siempre comienza sus discursos con estas palabras: “Queridos hermanos, les hablo en nombre de Nicaragua” y termina diciendo: “Patria y Libertad”. En fin, es tan compleja la personalidad del General Sandino, que no es posible describirla en todos sus aspectos. Sin embargo, espero que a través de las páginas de este libro, los diálogos y conversaciones sostenidas con él, reflejen las características que le son más peculiares y que a mi mejor entender y buena voluntad, fielmente bosquejado. Para concluir este retrato literario del General Augusto C. Sandino, en cuanto a la parte espiritual debo añadir que le considero un hombre de los más puros sentimientos y de los más altos principios morales. Dotado de extraordinaria sinceridad y de un patriotismo incorruptible que se basa en su amor entrañable por Nicaragua. Además, es poseedor de un espíritu tan elevado, que no sólo le permitió superar las miserias y amarguras de una espantosa niñez y crecer sin odios ni rencores, sino muy al contrario, henchido de amor al prójimo. Después de tratarle tan íntimamente durante larguísimas conversaciones que ni siquiera se relacionan con el tema fundamental de esta obra y de observarle minuciosa y detalladamente, así como de hacer una especie de combinación mental de las emociones que causa su presencia y su compañía en tales lugares y condiciones como tuve el privilegio único de compartir con él, puedo asegurar que es un alma muy superior y por tanto no es remoto que sea capaz de percibir las aspiraciones y vibraciones cósmicas de que él habla y que nos están vedadas a los mortales comunes y corrientes por depender únicamente de la torpeza de nuestros sentidos físicos”.[12]





DONDE ESTA SANDINO

Me pregunta doña Chepa
Donde se encuentra Sandino,
Pues quiere ir a las Segovias
Bien segura en el camino.
Yo queriendo complacerla,
Caballero atento y fino,
Preguntando he de saber
Dónde se encuentra Sandino.

Natural que me dirija

Al Comando peregrino,
¿Quién mejor que el yanqui, sabe
Dónde se encuentra Sandino?

                                                                                                         

Pero antes, un periodista
Que no es otro sino Aquino.
Como usted, señor, ignoro
Dónde se encuentra Sandino.
A mister Pámbor, un macho,
Le pregunto en un esquino...
(Digo esquina): sábe you
¿Dónding to rebell Sandino?
Mi no sabe, mi no entendo,
Dice, ¿you decir Sandinig?
¿Dónde estar? Pregunta, you
A mister Camel Espining.

Mas el héroe de las veinte

Que lo pasa en desatino,
Natis, Natalia, me dice
No se dónde está Sandino.
Al Comando pues, la dama
No se asuste en el camino
Pero tampoco allí saben
Dónde se encuentra Sandino.
                                                                                             
Mi señora doña Chepa
No se exponga usté al camino,
Mientras el yanqui no sepa
Dónde se encuentra Sandino.
Anselmo Fletes Bolaños (1929)




[1] Tomado de entrevista brindada por el general Augusto C. Sandino al escritor nicaragüense José Román Orozco, quien publica después, en Nueva York, el 5 de diciembre de 1933 la obra: Maldito país. Los datos fueron tomados del libro del mismo nombre publicado en Managua. 2ª. ed. Talleres IMPRECASA 15 de mayo de 2002, Capítulo V, pp. 119 – 157.
[2] Documento original conservado en los documentos de Sofonías Salvatierra, heredados por Mario Borge Castillo. Citado por Jorge Eduardo Arellano en la obra Guerrillero de Nuestra América. 2ª. ed. 2008, p. 43.
[3] Título tomado de la serie que editara, en Revista Segovia, 2ª. época de los años 1985 – 1989, el Mayor del Ejército Popular Sandinista César Cortez Téllez (q. e. p. d.)
[4] General de Brigada José García Estrada. “Aquí está mi pecho cobardes”. En Revista Cooperativas. CARUNA:
[5] Chupado, escuálido, esquelético.
[6] Walter C. Sandino. El Libro de Sandino, p. 367.
[7] Wikipedia.org.
[8] Walter C. Sandino. El Libro de Sandino, p. 355.
[9] Walter C. Sandino. El Libro de Sandino, p. 363.
[10] El general Sandino contaba para ese año con 34 años de edad. Walter C. Sandino. El Libro de Sandino, p. 369.
[11] José Román Orozco. Escritor nicaragüense (Nació en León 8 de mayo de 1906). Autor de obras como Cosmapa (Managua 1944), Los Conquistadores, (Nueva York 1966), La mujer de tu prójimo (novela) y El quinto evangelio (poemario) Sandino se refiere a José Román en los siguientes términos: “El joven poeta José N. Román, ha venido con nosotros hasta estos retiros de Bocay, en el Río Coco, a oír de nuestros labios, relatos, detalles y proyectos pasados, presentes y futuros… Nicaragua. C. A. Marzo 13 de 1933. –PATRIA Y LIBERTAD”. Firma y Sello de Sandino.
[12] José Román. Maldito país. Managua. INPRHU – Ediciones el Pez y la Serpiente. s. n. e. 1979, p. 179-183.

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